Reflexión

¿De qué hablamos cuando hablamos de futuro?

Pau Benardoni
3 min readJul 19, 2019
Crédito: Unsplash — Paul Gilmore

“Asume compromisos - 37 01 19 00 44 41”, leo en el papel de cinco centímetros de ancho por uno de alto, que viene escondido en la galleta de la suerte que compré en el Barrio Chino. El invento se le atribuye a un yankee-japonés, pero…

  • estamos socialmente convencidos de que su origen es justamente chino;
  • jamás vamos a la lotería de la esquina a jugar al Quini 6 con esos números, pero nos sentimos culpablemente convencidos de que si lo hiciéramos, nos depararía un futuro de fortuna;
  • siempre deberíamos asumir compromisos, pero estamos obedientemente convencidos de que sólo a partir de mañana nos pondremos firmes con esa tarea.

Es necesario porque así lo exige la leyenda en el papel de cinco centímetros de ancho por uno de alto, que viene escondido en la galleta de la suerte que compré en el Barrio Chino.

Sobre las galletas, leí por ahí que “sus frases no son coincidencias, es nuestro futuro plasmado en ellas”. Ahora bien, nadie mejor que Milan Kundera para atender esta cuestión. “No es la necesidad, sino la casualidad, la que está llena de encantos”, decía el escritor checo. Pero entonces, ¿de qué hablamos cuando hablamos de futuro?.

El ser humano tiende a pensar que el futuro es algo que ocurrirá dentro de 20 años y va a estar lleno de robots y cosas “alienísticas-maquinísticas”. Eso imaginaba también Ray Bradbury de nuestra actualidad, hace 70 años atrás, igual que mis padres cuando yo iba a la escuela y todavía no existía ni un solo smartphone. Y está bien, el futuro sí es eso y es fantasiosamente tentador. Pero el futuro también es mañana, es la semana próxima, es hoy a la tarde. Es el minuto que viene, cuando voy a buscar el agua caliente para el mate y vuelvo a mi silla a seguir escribiendo. Son las coincidencias o casualidades cotidianas, esos acontecimientos que se encuentran con un desfasaje temporal de un segundo por adelantado.

Desde el punto de vista de Kundera, nuestra vida esta bombardeada por estas últimas. Leo lo siguiente en La Insoportable Levedad del Ser:

“El hombre, llevado por su sentido de belleza, convierte un acontecimiento casual (…) en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida. Regresa a él, lo repite, lo varía, lo desarrolla como el compositor el tema de su sonata. (…) Sin saberlo, el hombre compone su vida de acuerdo a las leyes de la belleza, aún en los momentos de la más profunda desesperación”

En otro texto (El Libro de la Risa y el Olvido) concluía la idea diciendo que:

“Los hombres quieren ser dueños del futuro sólo para poder cambiar el pasado.”

Porque en realidad, lo que nos importa, es lo único que podemos controlar. El punto medio que no es el presente, sino el reciente pasado lleno de vida y el futuro inmediato desconocido; al único que le encontramos una justificación que, forzada o no, es una explicación al fin. Es ese desfasaje temporal de un segundo por adelantado.

Intento darle un tinte analítico a esta reflexión, y pienso en unir estos conceptos del futuro con la frase inicial de la lectura. Entonces anoto: “Asume compromisos. Piensa en el largo plazo”.

Si bien soy amante de los encuentros ¿azarosos? y las simultaneidades que deciden por nosotros, una cosa no tiene que ver con la otra. Tal vez resulte bien (¿por qué no?) tratar de entender que asumir un compromiso no implica únicamente acatar una orden impresa en el papel de cinco centímetros de ancho por uno de alto, que viene escondido en la galleta de la suerte que compré en el Barrio Chino. Contempla también el hecho de trazar un camino de múltiples estrategias que requieran ideas y esfuerzos hoy, mañana y el año que viene, enfocadas en crecer, proyectar y alcanzar un propósito personal y/o global dentro de 20 años cuando volvamos a hablar de que Ray Bradbury ya se había imaginado el futuro. Es una invitación simple a encontrarnos con la misión de ser responsables de lo que sucederá.

Ésta es sólo una propuesta, pero si aun así quisieran jugar un rato… CLICK AQUÍ

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